Tu motor lleva meses funcionando perfecto. Especificaciones claras, materiales de calidad, todo bajo control. Pero llega una variación inesperada —cambio de temperatura, sobrecarga momentánea, proveedor diferente— y todo falla. ¿El problema? Confundir robustez con sobredimensionamiento.

Conversamos con Jorge Asiain, consultor con 30 años de experiencia internacional en gestión de activos, sobre por qué la verdadera ingeniería robusta no se trata de hacer las cosas más grandes, sino de diseñar para que funcionen bien cuando las condiciones no son perfectas.

En esta edición: 

  • Por qué la calidad se construye desde el diseño, no desde la corrección

  • La diferencia entre robusto y sobredimensionado (no son lo mismo) 

  • Cómo la robustez impulsa sostenibilidad y rentabilidad

Jorge Asiain
Consultor internacional en Gestión de Activos

Jorge es Ingeniero Mecánico (CEng MIMechE) con Máster en Automoción y MBA, certificado en Gestión de Activos. Cuenta con 30 años de experiencia internacional como consultor en optimización del ciclo de vida de activos y docente de ingeniería mecánica.

"La ingeniería robusta empieza en el primer trazo del diseño", explica Asiain. "No se trata de evitar errores, sino de construir calidad desde el origen."

El problema tradicional: diseñar, fabricar, instalar y después preocuparse por las variaciones que aparecen.

"El diseño debe considerar las variaciones que inevitablemente surgirán durante la fabricación, montaje, transporte y uso", señala. "En lugar de reaccionar a los fallos, los anticipamos."

Su punto clave: no podemos controlar todas las condiciones, pero sí podemos controlar cómo responde el sistema ante esas condiciones. "En un motor, las tolerancias pueden variar, pero debe seguir funcionando eficientemente."

"Existe la creencia equivocada de que robusto significa 'más fuerte' o 'sobredimensionado'", aclara Asiain. "La robustez real está en encontrar el punto óptimo donde el sistema funciona bien pese a las variaciones."

Es equilibrio entre rendimiento, coste y fiabilidad.

"Sobredimensionar aumenta peso, coste y consumo innecesariamente", explica. "Un diseño robusto identifica qué partes son críticas y asegura que se comporten correctamente, sin exagerar márgenes de seguridad."

Las herramientas clave: análisis de sensibilidad, diseño de experimentos y simulaciones para entender cómo se propagan las variaciones.

"El resultado son especificaciones más ajustadas que garantizan buen desempeño sin comprometer eficiencia."

Asiain conecta robustez con impacto económico y ambiental: "Un producto robusto dura más, necesita menos mantenimiento, genera menos residuos y consume menos recursos durante su vida útil."

En sectores críticos como automoción o medicina, la robustez es indispensable. "Un fallo puede costar vidas."

Pero incluso en productos cotidianos marca diferencia: "En mercados donde el consumidor compara precios, durabilidad y prestaciones, un diseño robusto permite diferenciarse y fortalece reputación."

Nota del entrevistador: Durante nuestra conversación, Jorge mencionó: "La robustez es como el buen aceite de oliva —no se nota cuando está, pero cuando falta, se nota enseguida." Esa capacidad de funcionar sin llamar la atención es exactamente lo que busca la ingeniería robusta.

Para resumir: La ingeniería robusta no es hacer las cosas más grandes, sino diseñar sistemas que funcionen bien cuando las condiciones varían. Se trata de construir calidad desde el origen y crear productos que generen confianza a largo plazo. Como dice Asiain: "Aplicar ingeniería robusta exige conocimiento y análisis, pero los beneficios son claros: productos más fiables, procesos más eficientes y usuarios más satisfechos."

Como dice Asiain: "No podemos controlar todas las condiciones, pero sí podemos controlar cómo responde el sistema ante esas condiciones."