Cuando hablamos de robots en mantenimiento industrial, muchos piensan en ciencia ficción. La realidad es mucho más práctica y urgente: se trata de extender la presencia humana donde las condiciones extremas hacen imposible el trabajo directo, generando colaboración inteligente entre técnicos y máquinas.
Conversamos con Javier Borda Elejabarrieta, doctor ingeniero industrial y fundador de la multinacional Sisteplant, sobre cómo la robotización en ambientes hostiles no reemplaza expertise humano sino que lo amplifica hacia zonas inaccesibles, con retornos de inversión que se materializan en meses.
En esta edición:
• Por qué la colaboración humano-robot se basa en confianza mutua y aprendizaje compartido
• Qué características específicas necesita un robot para sobrevivir en ambientes hostiles
• Cómo la inversión en robots se justifica cuando evitas riesgo humano y reduces tiempos de parada

Javier Borda Elejabarrieta
Presidente de Sisteplant
Javier es doctor ingeniero industrial por la ETSII de Bilbao, MBA por la Universidad de Deusto y fundador de la multinacional Sisteplant en 1984. Ex profesor de Sistemas Avanzados de Producción Aeroespacial en la Universidad de Deusto y autor de seis libros sobre industria 4.0 y mantenimiento científico. Su especialidad: relación humano-máquina y digitalización industrial con base humana sólida
"Los robots no van a reemplazar a los técnicos, van a extender su presencia donde no pueden estar físicamente", explica Borda sobre la robotización en plantas nucleares. "En la planta accidentada de Three Mile Island tenemos robots operando bajo niveles extremos de radiación, removiendo combustible fundido mientras los técnicos supervisan a distancia."
La clave está en lo que él llama "colaboración inteligente" basada en confianza mutua y aprendizaje mutuo. "Los técnicos y las máquinas alternan roles de maestro-alumno, generando conocimiento compartido y evitando tiempos muertos en inspecciones críticas."
¿Qué hace diferente a un robot para ambientes peligrosos? "Tres características críticas: dinámicas casi humanas con visión artificial precisa para moverse en espacios complejos, robustez extrema para ambientes hostiles, e integración de inteligencia artificial para dialogar en tiempo real con ingenieros durante reparaciones."
Los números económicos son reveladores. "Cada día de parada no planificada puede costar millones. La inversión en robots se justifica rápidamente cuando evitas exposición humana y reduces tiempos de intervención."

Los robots para ambientes peligrosos funcionan bajo el principio de "confianza mutua" y "aprendizaje mutuo", donde técnicos y máquinas alternan roles de maestro-alumno. "Esto genera conocimiento compartido y evita tiempos muertos para inspeccionar bajo condiciones extremas sin esperar paradas programadas", explica Borda. La clave está en integrar información relevante en tiempo real para interactuar con técnicos y operar entregando confiabilidad reforzada del equipamiento.

El mantenimiento en condiciones hostiles exige morfología específica: unidades especializadas montadas sobre plataformas autónomas multipropósito. "Cuando se unen físicamente en una plataforma, el vehículo de transporte tiene funciones supervisoras y las unidades especializadas van montadas encima", detalla Borda. Esta combinación permite precisión en reparaciones críticas con versatilidad en inspecciones rutinarias bajo condiciones que serían letales para humanos.

Cuando las paradas no planificadas cuestan millones diarios, la inversión en robots especializados se justifica rápidamente. "Los números son claros sobre la conveniencia de remover al hombre de actividades directas en ambientes peligrosos y dar estas tareas a robots supervisados", enfatiza Borda. La robotización se convierte en imperativo económico además de requisito de seguridad, con retornos que se materializan en meses, no años.
Nota del entrevistador: Lo que más me impactó de la conversación con Javier es cómo esta tecnología trasciende lo nuclear. Los principios de colaboración humano-robot que describe se aplican ya en refinerías, plantas químicas y minería profunda. La idea de "confianza mutua" cobra sentido cuando pensamos en cualquier ambiente donde el riesgo humano es inaceptable pero la experiencia técnica sigue siendo irreemplazable. Estamos viendo el nacimiento de una nueva disciplina: mantenimiento por extensión, donde la presencia física se separa del conocimiento especializado.
Para resumir: Los robots en mantenimiento de ambientes hostiles representan extensión inteligente de capacidades humanas hacia zonas donde la presencia directa es imposible. La colaboración basada en confianza mutua genera valor económico mensurable mientras preserva vidas, con arquitectura dual que combina especialización y versatilidad. Esta evolución trasciende lo nuclear: cualquier industria con riesgo extremo puede beneficiarse de separar presencia física del expertise técnico.
Como dice Borda: "El layout de las nuevas plantas debe diseñarse desde el inicio pensando en robots. Solo así lograremos que sean menos específicos y más versátiles para el mantenimiento rutinario."
